El amor de Dios nunca muere
EL CAMINO EN LA IGLESIA DE LOS DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR
La pena y la rebeldía pesan en los encuentros pastorales con divorciados vueltos a casar. De hecho, a menudo existen ambigüedades en la relación entre estas parejas y los sacerdotes que las acogen, dada la petición explícita de la Iglesia Católica de no celebrar un segundo matrimonio litúrgico y sacramental. De una y otra parte, todos sufren. ¿Nos atrevemos, como cristianos y como pastores, a considerar la importancia de este sufrimiento y preguntarnos sobre su sentido? Si la problemática se reduce a una disciplina y a normas, no podemos sino permanecer en un punto muerto. Ahora bien, no se trata en primer lugar de una cuestión moral o jurídica, sino de una prueba para el amor. ¿Cómo evitar estar en uno u otro bando cuando es preciso dar una opinión sobre estos puntos? ¿Cómo salir de las dialécticas de oposición, del todo o nada, o de un consenso puramente formal o disciplinario? ¿Se puede salvar el amor humano? ¿Cómo se debe salvar? ¿Cómo poner en práctica la misericordia esperada? Más precisamente, la reflexión pastoral sobre la acogida a los divorciados vueltos a casar requiere una mejor comprensión de la economía de los sacramentos y del orden de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.